Receta: ¿Cómo hacer torrijas?
Llega la Semana Santa, las procesiones, el bacalao, las saetas, la playa, el Sol... y las torrijas, que podemos preparar y al que cada uno aporta su toque personal.
De la torrija poco podemos decir, alguna curiosidad, como que se cree, que se empezó a realizar en el siglo I, aunque hasta el siglo XV, con la herencia morisca, no se hace tal y como la conocemos hoy en día.
Por eso, hoy os traemos una receta de torrijas. Aunque sea un plato muy sencillo, no todo el mundo sabe cómo se hace, por lo que creemos que no tienes escusas para practicar un postre tan rico.
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La torrija perfecta
Para, aproximadamente 12 torrijas, vamos a necesitar:
• 750 ml de leche
• 75g de azúcar
• 1 rama de canela
• La piel de un limón
• 1 barra de pan para torrijas de hace uno o dos días
• 2 huevos
• Aceite de oliva
• 100 ml de agua
• 100 ml de miel
¡Manos a la masa!
Para comenzar vamos a calentar la leche en un cazo, junto con la rama de canela, la piel del limón, sin nada de la parte blanca a poder ser, y el azúcar. Con esto conseguiremos aromatizar la leche y que los sabores se impregnen más en el pan, como ya veremos más adelante.
Antes de que la leche empiece a hervir, la retiramos del fuego y la reservamos para que se enfríe.
Cuando la leche está fría, la pasamos por el colador y eliminamos la piel del limón y la canela en rama.
Cortamos el pan en rebanadas de, como mínimo, dos centímetros de ancho aproximadamente. Las colocamos en una fuente, que sea lo suficientemente grande para que entren todas y lo suficientemente honda para que, cuando vertamos la leche dentro del recipiente, todas las rebanadas queden completamente cubiertas.
En el caso de que no queden del todo cubiertas, las iremos dando la vuelta, para que queden bien impregnadas de la leche aromatizada que hemos preparado antes.
Dejaremos que se empapen bien durante una hora.
Mientras esperamos a que el pan se empape bien en la leche aromatizada, iremos preparando la miel con la que bañaremos nuestras torrijas.
En un cazo pondremos el agua y la miel durante unos cinco minutos. Pasado este tiempo, retiramos del fuego y dejamos enfriar.
También batiremos los huevos, y una vez el pan esté listo, pasamos por el huevo batido cada rebanada.
Hay que hacerlo con mucho cuidado, ya que el pan estará muy blando y será fácil que se deshaga. Si lo hacemos con mucho cuidado y mimo, seguro que nos sale bien. Todo debe quedar bien cubierto de huevo.
Con el mismo cuidado, pasamos el pan, del huevo, a la sartén con abundante aceite bien caliente. Un minuto por cada lado, suele ser tiempo suficiente, para que la parte exterior quede bien dorada, mientras su interior sea cremoso y tierno.
Dejamos reposar unos minutos sobre papel absorbente, al sacarlas de la sartén, y luego las pasamos a una fuente, donde las terminaremos con un baño del aguamiel que hemos cocinado anteriormente, y que le darán ese sabor tan característico.
En algunas partes, sustituyen el aguamiel por azúcar o directamente por miel, mientras que en otros lugares también utilizan vino para su elaboración.
Algunos consejos
Mejor usar leche aromatizada, como la que hemos indicado en esta receta, que usar leche simplemente azucarada, el resultado es más fino.
La piel del limón se puede sustituir por la piel de una naranja, anís estrellado o una ramita de vainilla. Eso sí, recuerda usar con moderación para no saturar el sabor.
El mejor momento para degustarla es recién hecha, que es cuando el interior parece fundirse. Con el paso del tiempo va perdiendo calidad, tanto en textura como en sabor, pero aún sigue siendo un postre delicioso. Si tienes que reservar para otro momento, hazlo en un lugar fresco, eso sí, que no sea en la nevera, adquirirá sabores que no tienen nada que ver con el suyo.
Esperamos que os hayáis animado a realizar esta sencilla receta, y tan propia de esta fecha. Si no ha sido así, ¿a qué estáis esperando?
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